Una pregunta a todas luces compleja. Los términos “sostenibilidad” y “desarrollo sostenible” son de gran interés académico y corporativo, y son ampliamente utilizados tanto en literatura científica como en documentos dirigidos al público en general. Sin embargo, el significado de estos conceptos, su aplicación -a través de medidas específicas- en áreas de la ingeniería (por ejemplo: ingeniería de procesos o alimentos, o bio-economía), sus métodos y herramientas de medición (así como de monitoreo y control), y la cuantificación de sus consecuencias; son tema de amplios debates a nivel global que involucran expertos de diversas áreas del conocimiento (química, biotecnología, alimentos, procesos, economía, logística, ambiente, humanidades, ciencias sociales, etc.).
En términos generales -y desde un punto de vista práctico- los conceptos de “sostenibilidad” y “desarrollo sostenible”, y su aplicación, buscan balancear las tres dimensiones que los componen: desarrollo económico, gestión de recursos ambientales, y responsabilidad social. Dado que con frecuencia estas tres dimensiones son antagónicas (en el sentido que el fortalecimiento de una de ellas se da en detrimento de otra), es necesario que los desarrolladores y ejecutores de proyectos (nuevos o existentes) conozcan las posibles consecuencias de los mismos.
En nuestra próxima Escuela Internacional de Verano, uno de los profesores invitados es el investigador colombiano John Posada Duque, quien en los últimos cinco años ha venido investigando desde la Universidad de Tecnología de Delft (TU Delft) en Holanda, nuevas metodologías para el diseño y optimización de procesos productivos y cadenas de suministro para la bio-economía.
El profesor Posada dictará el curso “Sostenibilidad integral y bio-economía” con sus pares Rocío Sierra, Daniel Durán y Natalia Cano con el objetivo de que los asistentes puedan profundizar su conocimiento en torno al entendimiento y evaluación del concepto de sostenibilidad en sistemas de producción. En esta entrevista, el investigador habla de sus intereses de investigación, de su experiencia trabajando en Europa, de los contenidos de curso y de sus expectativas con la Escuela Internacional de Verano de la Facultad de Ingeniería.
Inscripciones
Si eres estudiante uniandino, inscribe este curso en #MiBanner los próximos 31 de mayo y 1 de junio de 2021. Conoce el proceso de inscripción en el siguiente enlace.
Si eres externo, puedes inscribir el curso como libre o por extensión a través de la Dirección de Educación Continua. El plazo máximo para inscribirte a través de esta modalidad es el próximo 23 de junio de 2021. Conoce más información del proceso de inscripción para externos en el siguiente enlace.
Facultad de Ingeniería: Su formación académica de pregrado, maestría y doctorado fue en Manizales en la Universidad Nacional con sede en esa ciudad. Cuéntenos, ¿cómo llega a Holanda?
John Posada: La motivación en ese punto, cuando estaba terminado el doctorado en el 2011, fue complementar mi trayectoria académica con una mayor experiencia en nuevos temas de investigación y al mismo tiempo en un ambiente internacional. Así es como llegué a la Universidad de Utrecht en Holanda, donde trabajé inicialmente como investigador postdoctoral por dos años, y después como investigador senior por dos años más. Posteriormente, en el 2015, me vinculé a la Universidad de Tecnología de Delft (TU Delft) como ‘Assistant Professor’, y a principios de 2021 fui promovido a ‘Tenured Assistant Professor’.
FI: En la Universidad de Tecnología de Delft usted trabaja la línea de investigación en sostenibilidad integral para la economía de base biológica. Cuéntenos un poco sobre las investigaciones y proyectos que trabaja en esa área.
JP: El área de investigación al que me dedico actualmente es el resultado de mi trayectoria académica trabajando en temas complementarios de producción sostenible y bio-economía.
En mi grupo de investigación cubrimos aspectos que van desde el análisis técnico a escala molecular de procesos (por ejemplo: el análisis de rutas metabólicas y modelos cinéticos en procesos fermentativos), hasta el diseño y optimización de procesos productivos y cadenas de suministro para la bio-economía, al igual que determinamos los posibles impactos económicos, ambientales y sociales de la implementación a gran escala de nuevos procesos y tecnologías en bio-economia. Allí el objetivo es entender cómo se pueden diseñar procesos y cadenas de suministro que tengan ventajas competitivas en las tres dimensiones de sostenibilidad respecto a los sistemas productivos tradicionales. Estos análisis se hacen siempre de manera cuantitativa.
Respecto a los proyectos, mucho del desarrollo conceptual y metodológico de mi visión en investigación ha sido realizado en torno al ‘estudio de caso’ de producción de bio-combustibles para aviación, a través de varios proyectos nacionales (holandeses), bi-nacionales (Holanda-Brasil), y europeos. Este tema lo he venido trabajado por cerca de seis años donde he podido cubrir las tres dimensiones de sostenibilidad para múltiples tecnologías de producción y materias primas (tipos de biomasa vegetal), y para diferentes contextos geográficos y sociales. Este trabajo nos ha permitido determinar las tecnologías y materias primas más promisorias en el corto, mediano y largo plazo para diferentes contextos en términos técnicos y económicos, y también nos ha sido posible estimar los posibles impactos ambientales, entre ellos la hulla de carbono para las diferentes rutas de producción. Actualmente, mi equipo hace parte de un proyecto europeo en el que se evalúa el desempeño global entre las rutas de producción de biocombustibles para aviación en conjunto con diferentes sistemas de propulsión. El objetivo es generar hojas de ruta y recomendaciones en políticas para la implementación de estos sistemas.
Otros proyectos en los que participo ahora mismo están en las áreas de: fermentación de (bio)gas de síntesis hacia productos de valor agregado, producción de biocombustibles para el sector marítimo, y recuperación de agua y recursos a partir de aguas residuales municipales e industriales. En el primer proyecto estamos trabajando en la identificación de los productos y las condiciones de proceso que permitan una producción más limpia (respecto a los procesos tradicionales), mientras que en los otros dos proyectos el enfoque esta principalmente en el diseño -incluyente- de procesos y cadenas de suministro que resulten en beneficios sociales, económicos y ambientales para las comunidades locales.
Todo este trabajo ha sido realizado junto con el grupo de investigación que lidero en TU Delft, el cual es un equipo transdisciplinario -además de multicultural, internacional y diverso- de jóvenes investigadores en todos los niveles de formación académica: pregrado, maestría, doctorado y postdoctorado.
FI: ¿Cuál es la principal diferencia que encuentra usted entre el trabajo investigativo que se realiza en Colombia y otros países de la región con relación al que se realiza en Europa, en particular en su institución?
JP: Creo que hay diferencias estructurales significativas tanto entre las regiones como entre las instituciones. Pero, para mí, la principal -y es una en la cual los investigadores tenemos poco control- es en la importancia y el apoyo gubernamental que le da cada región/país a la investigación en su agenda de políticas públicas, lo que resulta en una gran diferencia en la capacidad de ejecutar investigación de alta calidad. En particular me refiero a la disponibilidad de presupuesto para hacer investigación y a la correcta gestión de los mismos por parte de las instituciones encargadas.
Permítame referirme a un caso reciente de una de las últimas convocatorias de Minciencias, la ‘891 mecanismo 2’ del 2020, para la “vinculación de profesionales con título de doctorado para la financiación de estancias postdoctorales” en donde, a mi juicio, fue evidente la mala formulación de los criterios de evaluación y la mala gestión de esos recursos para investigación. Junto con las profesoras Rocío Sierra y Natalia Cano (ambas dictarán diferentes módulos en nuestro curso de verano) formulamos y sometimos un proyecto en bio-economía sostenible para esa convocatoria, con el objetivo de desarrollar investigación académica de la más alta calidad y donde Uniandes sería la entidad receptora del investigador postdoctoral. Sin embargo, los criterios de evaluación penalizaban a las “Instituciones de Educación Superior”, en particular a las domiciliadas en Bogotá, Cali y Medellín. Estos dos criterios, “Tipo de Entidad” y “Domicilio de la Entidad”, representaban hasta un 80% del puntaje total de evaluación, poniendo un techo virtual tan bajo como 60 puntos (de 80 puntos posibles) para las instituciones con estas características. Solamente el otro 20% correspondía a la hoja de vida del candidato. Como resultado de estos criterios de evaluación y los umbrales máximos establecidos en la convocatoria, ninguno de los proyectos sometidos por Uniandes (creo que fueron más de 25) fue seleccionado para ser financiado.
Yo me pregunto: ¿acaso la experiencia del candidato no debería tener un mayor impacto en la evaluación general de la aplicación?, y ¿qué papel juega entonces el proyecto de investigación formulado en todo este esquema?, y ¿por qué el peso del proyecto es 0%? ¡Son sinsentidos para mí!
Desde mi perspectiva, las instituciones/entidades existen para garantizar una correcta ejecución de los recursos, y para proveer un ambiente y condiciones adecuadas para ejecutar el proyecto de investigación. Pero lo que realmente se financia, es la idea del proyecto, su alcance y los posibles resultados, junto con el investigador principal (o el equipo de investigación); pero no se financia el tipo de institución o su ubicación geográfica. Ahí no se trataría, de ninguna manera, de méritos.
Por otro lado, entiendo que uno de los objetivos de la convocatoria haya sido descentralizar la distribución de recursos para investigación, pero no se debe hacer a expensas de desfinanciar proyectos e investigadores que requieren cierta infraestructura o masa crítica, que solamente se encontraría en instituciones con mayor experiencia. Para eso hay otros mecanismos.
Para terminar este punto, creo que en el país sí hay un gran potencial para realizar investigación de alta de calidad, pero estos dos aspectos deben ser resueltos para poder avanzar en esa dirección: la disponibilidad de recursos para investigación y su correcta gestión. Esto también permitiría una mayor confianza por parte del sector privado para invertir en investigación y desarrollo bajo el liderazgo de las entidades dedicadas a estas actividades. La cooperación academia-industria es otra de las grandes diferencias entre las regiones.
FI: ¿Cómo conoció el trabajo de la profesora Rocío Sierra? ¿Han realizado proyectos en conjunto?
JP: He seguido el trabajo de la profesora Rocío desde hace ya varios años, a través de sus publicaciones en diseño de procesos, evaluación técnico-económica para biocombustibles, y su trabajo en pre-tratamiento de biomasa. Sin embargo, el primer acercamiento lo tuvimos por medio de su estudiante de doctorado Daniel Duran, a quien conocí durante la Conferencia Europea en Biomasa en 2019. Desde allí tuvimos la oportunidad de tener los primeros contactos y de hablar de nuestros proyectos y áreas de trabajo.
En este momento colaboro con la profesora Rocío como parte del equipo de supervisión del trabajo doctoral de Daniel bajo la figura de co-tutela entre la Universidad de los Andes y la Universidad de Tecnología de Delft.
Respecto a la colaboración con la profesora Rocío debo decir que ha sido bastante fructífera y muy inspiradora. Espero que podamos continuar trabajando juntos en muchos más proyectos e ideas.
FI: Cada vez se habla más de la importancia de la descarbonización de la economía, de pensar las ciudades y su relación con la naturaleza, de tener en cuenta siempre la dimensión sostenible de procesos productivos. Desde su perspectiva, ¿cómo cree que se está dando esta discusión en el ámbito académico? ¿vamos en la dirección correcta? ¿qué impacto pueden tener estas reflexiones e investigaciones en políticas públicas?
JP: La academia es un mundo de ideas y debates. Me parece importante que la discusión ha estado abierta ya por varias décadas. Sin embargo, desde mi perspectiva y basado en mi experiencia, creo firmemente que este tipo de discusiones debe basarse en estudios sistemáticos y en resultados concretos que permitan tomar decisiones informadas. En mi experiencia, he notado que muchas de estas discusiones se hacen a partir de una base puramente retórica, y que, en muchas ocasiones, las decisiones se toman desde la intuición y no realmente basado en argumentos que hayan sido el resultado de estudios sistemáticos. Pero también creo que vamos por buen camino. Cada vez hay más conciencia de la necesidad y el rol que pueden jugar los profesionales en sostenibilidad, tanto en el ámbito académico como en el sector privado y de políticas públicas. Este es el caso, por ejemplo, del Departamento de Biotecnología y de la Facultad de Ciencias Aplicadas en TU Delft, donde mi perfil como investigador en sostenibilidad integral es único en su tipo. Estos perfiles, digamos mas transdisciplinarios, son reconocidos cada vez con mayor frecuencia y urgencia en los diferentes sectores.
Respecto al impacto que este tipo de trabajo pueda generar en políticas públicas, considero que el potencial es muy grande. Estas investigaciones ponen en contexto los desarrollos tecnológicos (o soluciones técnicas), y pueden proveer información sólida respecto a los posibles impactos sociales, económicos y ambientales, de la implementación de ciertas políticas públicas o de decisiones técnicas. Por ejemplo, parte de nuestro trabajo realizado en evaluación de impactos ambientales y socio-económicos ha sido utilizado a nivel nacional y europeo para nutrir el debate alrededor de las implicaciones de la bio-economía en la región.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el alcance real de este tipo de investigaciones en el desarrollo de políticas públicas va a depender sustancialmente de la manera en cómo se formulen dichas políticas. En Europa/Holanda se hacen en gran medida basadas en resultados científicos, y con participación activa de diferentes sectores (estado, academia, sector público y privado, y sociedad civil).
FI: Hablemos del curso “Sostenibilidad integral y bioeconomía”. ¿Qué aprenderán los estudiantes que tomen el curso?
JP: Nuestros estudiantes trabajarán en cinco aspectos principalmente, que para mí son fundamentales a la hora abordar la discusión sobre sostenibilidad en procesos productivos. Ellos son: i) Diseño conceptual de procesos y simulación; ii) Evaluación técnico-económica (estimación de costos de capital, de operación, y de producción); iii) Evaluación de impactos ambientales (aplicación del método de análisis de ciclo de vida); iv) evaluación de impactos sociales (cuantificación de indicadores macro-económicos); y v) toma de decisiones multi-variables (a partir de métodos de participación). Estos aspectos les permitirán a nuestros estudiantes entender no solamente los conceptos básicos de diseño de procesos y análisis de sostenibilidad, sino también la transversalidad entre las diferentes disciplinas requeridas para este tipo de análisis y la manera de concretar dichas áreas sistemáticamente. Nuestros estudiantes no solamente aprenderán los conceptos de estas cinco áreas, sino que además tendrán la posibilidad de aplicarlos de manera guiada en los talleres donde los proveeremos con información y plantillas de trabajo para desarrollar un ‘estudio de caso’ base, el cual ellos mismos podrán modificar de acuerdo a múltiples variantes posibles.
FI: ¿Qué expectativas tiene de enseñar en Uniandes y de nuestra Escuela Internacional de Verano?
JP: Expectativas, muchas.
Primero. Esta es una gran oportunidad para poder compartir mi experiencia en investigación (ya mayor a una década) y mi visión académica con las nuevas generaciones de profesionales en ingeniería de nuestro país, y así poder contribuir en su formación con un pensamiento más crítico, consciente y responsable en torno al diseño de los procesos productivos y a la manera de abordar su sostenibilidad. Este curso lo veo también como una forma de impactar directamente y hacer transferencia de conocimiento desde mi quehacer académico como profesor en TU Delft, hacia Colombia y las nuevas generaciones.
Segundo. El hecho de poder impartir este curso en Uniandes (a través de la Escuela Internacional de Verano) es muy significativo porque creo que la Universidad tiene un gran balance entre educación técnica en ingeniería y la reflexión del ejercicio profesional en la sociedad. Realmente creo que los estudiantes están bien preparados para esta discutir esta perspectiva.
Y tercero. Espero poder encontrar estudiantes motivados que quieran seguir en esta línea y profundizar sus conocimientos para su labor profesional, sea en la vida académica o en el sector privado, y así poder desarrollar proyectos conjuntamente en el futuro cercano.