John Calvo no es solo uno de los duros del Laboratorio de Hidráulica y Sistemas de Alcantarillado del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de los Andes y un orgulloso miembro del Centro de Investigación en Acueductos y Alcantarillados (CIACUA), es también productor de sonido y un súper DJ en su tiempo libre. No cabe duda de que es una cajita de sorpresas que tiene mucho que contar.
Llegó a la universidad en el 2.000, con apenas 20 años y con su primera hija en camino, era el primer trabajo formal que tenía en su vida y nunca imaginó que, a la fecha, sería el único. Su primer cargo fue como mensajero del departamento, pero su interés por aprender y prepararse lo llevaron a convertirse en técnico en manejo de archivos y documentos y profesional en Administración y Construcción Arquitectónica.
Así consiguió llegar a su cargo como técnico del Laboratorio de Hidráulica cuando este se inauguró en el entonces nuevo Edificio Mario Laserna, por allá en 2007. Es decir, John y el laboratorio han crecido juntos y han contribuido a hacer realidad cientos de proyectos de investigación que buscan mejorar la eficiencia del suministro y la potabilidad del agua en todo el país.
“Yo conozco este laboratorio como la palma de mi mano, he ayudado a construirlo y velo porque cumpla con cada uno de los requerimientos que exigen las investigaciones que desarrollan nuestros estudiantes y en las que trabajamos para la industria”, señaló John.
Ya al frente del laboratorio, John continuó preparándose y logró graduarse como técnico en ingeniería electromecánica y sacar adelante su especialización en instrumentación. Siempre ha sido muy inquieto y estudiar y aprender de manera permanente se ha convertido en su caballito de batalla para forjarse un mejor futuro. Sin duda, lo ha conseguido.
Hoy, cuando mira para atrás y recuerda a ese muchacho de 20 años que tocó las puertas de la universidad buscando una oportunidad, se siente muy orgulloso de todo lo que ha logrado e incluso sorprendido, pues nunca, como él lo señala, “imaginó ir a la universidad, alcanzar un pregrado, una especialización, salir del país”, y todo esto ha sido una realidad gracias a su tesón, su compromiso y al apoyo que le ha brindado Los Andes, su lugar favorito después de su casa.
Pero esta no es la única faceta en la que Jonh se desenvuelve como pez en el agua. Una vez se quita su overol y sale del laboratorio llega a su estudio de música, que él mismo armó en su casa, y en el que disfruta de otra de sus grandes pasiones: crear nuevos sonidos. En ocasiones, traslada su estudio para hacer presentaciones en vivo y explora su mundo como DJ. Los escenarios de la Universidad de los Andes han vibrado con sus mezclas.
Ahora, cuando se le pregunta por el futuro, John se ve estudiando, tal vez, otro idioma u otra experticia técnica, aún no lo tiene claro, pero siempre aprendiendo algo nuevo que contribuya a su crecimiento profesional y que aporte al trabajo de investigación que se desarrolla en el laboratorio. Y como 23 años se pasaron en un abrir y cerrar de ojos, otros 20 pueden estar a la vuelta de la esquina, pues para él cada quien pertenece al lugar que lo hace feliz.