*Foto: archivo particular
Su herencia campesina, de la cual se siente muy orgulloso, y el compromiso que desde niño ha tenido con los temas ambientales fueron parte de las grandes motivaciones para que la investigación de Ariel Vaca, ingeniero químico y doctor en ingeniería de la Universidad de los Andes, se convirtiera en Metcover, un emprendimiento que le apuesta a la “química verde o sostenible”, un nuevo y revolucionario concepto que busca ofrecer productos que no le hagan daño al planeta.
Metcover, que nació en los laboratorios del Departamento de Ingeniería Química de la universidad, como parte de la tesis de grado de Ariel, busca precisamente esto, diseñar productos que minimicen el uso de fungicidas tradicionales, químicos que se utilizan para erradicar las plagas de los cultivos, por bio-fungicidas que se producen a base de microorganismos beneficiosos y que son capaces de tratar las enfermedades de las plantas y retardar la maduración de sus cosechas, sin afectar el medio ambiente.
Estudios internacionales señalan que desde 1950 la producción de químicos, entre estos los fungicidas, se ha aumentado 50 veces y se prevé que se triplique para 2050. Un documento publicado por el Centro de Resiliencia de Estocolmo destaca que la contaminación química es uno de los nueve límites que ha superado el planeta.
De la ideación a la realidad
Han sido más de 10 años de investigación para que Metcover sea una realidad, un proceso que ha contado con el acompañamiento permanente de Felipe Salcedo, profesor asociado del Departamento de Ingeniería Química y de Alimentos de Los Andes, quien ha dirigido sus investigaciones al tema de polímeros para empaque de alimentos, conocimiento que encontró en el trabajo de Ariel el “match” perfecto para llevar a otro nivel la innovación de recubrimientos.
Esto es precisamente Metcover, un coadyuvante de fungicidas para la poscosecha de frutas como banano y aguacate, elaborado a base de almidón de yuca.
Pero ¿cómo funciona?
De acuerdo con los investigadores, se trata de un producto que actúa como una capa que se aplica sobre las frutas ya cosechadas que incide en su metabolismo, disminuyendo su tiempo de maduración.
“Igual que nosotros, las frutas tienen respiración aeróbica, es decir toman oxígeno y liberan CO2. La capa ayuda a restringir el paso de oxígeno para disminuir la velocidad del proceso de maduración, lo que extiende su vida útil”, señaló Ariel.
Según lo explica Ariel, durante el lavado de las frutas cosechadas, sus productores aplican fungicidas para protegerlas del desarrollo de enfermedades que las deterioran durante su proceso de comercialización, especialmente, las que se exportan. Esto, de acuerdo con el investigador, tiene varias complicaciones como los posibles efectos dañinos que los principios activos de estos químicos producen en la salud de los humanos y los bajos rendimientos y altos costos que tienen en la preservación de la vida útil del fruto, entre otras.
“Aplicando Metcover sobre las frutas los productores pueden reducir en un 60% el uso de fungicidas. Disminuye significativamente las pérdidas en poscosecha por pudrición y deshidratación y aumentan el doble de tiempo de almacenamiento en verde y de vida útil de anaquel del fruto sin alterar su calidad”, asegura el emprendedor.
Un producto con altísimo potencial
Su gran potencial en el mercado, que fue identificado por la Oficina de Transferencia de Tecnología y Conocimiento (TU) de la universidad, permitió que Metcover saliera del laboratorio para convertirse en un spin off, como se les conoce a las nuevas empresas de base tecnológica nacidas a partir de procesos exitosos de investigación aplicada dentro de la institución.
Cómo spin off, Metcover ha contado con mecanismos de apoyo como coworking, incubación del producto, conocimientos en temas de mercadeo, propiedad intelectual y la oportunidad de hacer transferencia de conocimiento.
Los mayores productores y exportadores de banano y aguacate de Colombia son los principales clientes de este emprendimiento. Estos han manifestado, en varias oportunidades, su preocupación por las restricciones que hoy los mercados internacionales tienen sobre el uso de fungicidas tradicionales y las millonarias devoluciones que tienen al exportar fruta que no llega verde a su destino final.
Uniban, una de las comercializadoras internacionales de productos del agro más importantes de Colombia, señala que, debido a esta problemática, están registrando devoluciones de 1 a 5 millones de dólares al año, lo que a nivel país podría representar 11 millones de dólares. Mientras tanto, los exportadores aguacateros están preocupados por las grandes pérdidas por pudrición y por deshidratación en el transporte de la fruta y que pueden ascender a 3 y 4 por ciento.
Para Ariel, todas estas problemáticas se pueden solucionar con la aplicación de Metcover, un producto que ha sido exitosamente escalable a un muy bajo costo. En 2024, sus investigadores esperan obtener su patente, mientras que el producto termina su incubación en las instalaciones de la universidad y adelanta su fase pre-comercial. Actualmente, sus investigadores adelantan un convenio con Augura, una de las asociaciones de bananeros más importantes de Colombia, que maneja el 51 % de este mercado, para hacer las primeras pruebas en su planta de Carepa, Antioquia.
“La apuesta de Metcover es reducir la gran cantidad de agroquímicos que están afectando al medioambiente y a nuestra comida y disminuir el desperdicio de alimentos en la cadena de producción. Vemos a la fruta como un producto terminado de alto valor. Creemos en la biotecnología que hacemos desde la Universidad de los Andes, en el campo colombiano y buscamos aumentar la rentabilidad de sus productores”, agregó Ariel.
“Lo que buscamos en ingeniería química es el diseño de productos y procesos que solucionen problemas y generen un impacto social. En este caso, el sentido es mejorar los procesos en la industria agrícola y ofrecer la oportunidad a los agricultores de dar valor agregado a sus productos, que, con sus frutas pueden tener porcentajes de pérdida de hasta el 70%. Para los exportadores, que tendrían una solución para llegar a lugares más remotos o potencialmente eliminar las cadenas de frío, se pretende que puedan reducir costos y reducir el impacto ambiental”, concluyó el profesor Felipe.