Al sur de Bogotá, entre las localidades de Tunjuelito y Ciudad Bolívar, se oculta un lugar cargado de historia, espiritualidad y memoria: el humedal El Tunjo, uno de los escenarios sagrados y ceremoniales más importantes para el pueblo muisca, habitantes ancestrales del Altiplano Cundiboyacense, mucho antes de la llegada de los españoles.
A más de tres mil kilómetros de allí, en el sureste de la Ciudad de México, resiste otro espejo de agua: el humedal de Xochimilco, un tesoro milenario del pueblo azteca que aún guarda viva la herencia de las chinampas, ese ingenioso sistema agrícola que florece sobre el agua, nacido del profundo conocimiento y respeto por la tierra.
Hoy, estos dos humedales, tan lejanos en geografía, pero tan cercanos en alma, se unen en un proyecto que busca más que su conservación:
Se trata de la iniciativa Espejos de agua (Water Mirrors), una invitación a reconectar con los saberes ancestrales, a escuchar a las comunidades que han sido guardianas del agua, y a tejer puentes entre pueblos hermanos del sur global.
Este proyecto, financiado por el Instituto Holandés IHE Delft, cuenta con el respaldo técnico del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de los Andes, liderado, desde la institución, por el profesor Luis Alejandro Camacho y el acompañamiento de Umbela Transformaciones Sostenibles de México.
En el marco de la iniciativa, que se extenderá hasta junio de 2026, se realizó recientemente una juntanza en Bogotá. Allí, cuidadoras de semillas y habitantes del humedal de Xochimilco compartieron saberes y experiencias con la comunidad muisca del humedal El Tunjo. Fue un encuentro de corazones y memorias, donde emergieron prácticas ancestrales como los camellones muiscas y las chinampas aztecas, técnicas agrícolas que hoy, más que nunca, cobran vigencia como estrategias de resiliencia frente a la crisis ambiental.
“Fue un encuentro hermoso, cargado de justicia ambiental, resistencia y amor por los humedales. Las comunidades se reconocieron en el otro, compartieron desde el respeto y la esperanza”, expresó el profesor Camacho, quien se ha convertido en un impulsor incansable del diálogo entre ciencia, territorio y comunidad.
Además de las conversaciones, se realizaron talleres científicos y artísticos: uno sobre calidad del agua y otro sobre cianotipos, una técnica fotográfica que permite revelar imágenes con el agua misma del humedal. Son lo que el profesor llama aura-grafías del agua, retratos sensibles de un ecosistema que también siente y guarda memoria.
Según el profesor Camacho, hoy que se habla de soluciones basadas en la naturaleza, podría ser un excelente ejemplo de cómo con la restauración de los humedales se puede lograr que estos cuerpos de agua sirvan de espacio para la fauna, la flora y la ecología.
“Los humedales prestan innumerables servicios ambientales. Secuestran carbono, regulan la temperatura, producen agua y permiten que crezca la vegetación, entre muchos otros”, aseguró.
Para el equipo de la Universidad de los Andes, este proyecto representa una forma concreta de aplicar conocimiento técnico al servicio del territorio. Desde el Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental se han desarrollado tesis de maestría en modelación hidráulica, calidad del agua y escenarios de cambio climático, para entregar a la comunidad herramientas para que decidan cómo restaurar y cuidar su humedal.
“Ellos conocen el territorio. Ellos saben qué necesita el humedal. Nuestro rol es acompañar con ciencia y respeto”, afirma Camacho.
En septiembre de 2025, un nuevo capítulo se abrirá cuando investigadores de la Universidad de los Andes y miembros de la comunidad muisca viajen a México para reencontrarse con las comunidades de Xochimilco, esta vez en su territorio, durante un congreso sobre justicia ambiental y defensa del agua.
Espejos de agua es parte de una alianza más amplia en la que también participan la Universidad del Valle con Kenia y la Universidad de Antioquia con Nairobi, cada una enfocada en diferentes sistemas hídricos: humedales urbanos, aguas rurales y aguas subterráneas, con un mismo propósito: reconocer el agua como fuente de vida, memoria y futuro.
Al finalizar el proyecto, se espera que todo este conocimiento compartido, académico, técnico y ancestral, pueda guiar decisiones de política pública que devuelvan a los humedales su lugar esencial como espacios vivos, resilientes y sagrados. Porque, aunque estén separados por miles de kilómetros, estos territorios comparten un mismo latido: el del agua que nos une.
Autora: María Angélica Huerfano