Llegó a Bogotá, de su natal Cachipay, Cundinamarca, cuando tenía 11 años, y antes de cumplir su mayoría de edad ya estaba trabajando. Su experiencia en el sector de la construcción le abrió la oportunidad para ingresar, como él lo señala, al “maravilloso” mundo de la Ingeniería Civil.
Así llegó Melquicedec, con apenas 24 años, al Laboratorio de Modelos Estructurales del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de los Andes, lugar en el que está a punto de cumplir tres décadas, tiempo en el que se ha convertido en uno de los auxiliares de laboratorio con mayor experiencia y uno de los más queridos de este gran equipo de trabajo.
Melquicedec ha participado de innumerables proyectos realizados dentro del departamento y fue parte fundamental del Centro de Innovación y Desarrollo Tecnológico, CITEC, una de las iniciativas de ciencia y tecnología más importantes que ha desarrollado la universidad en su historia, y que por más de 10 años trabajó para unir la academia y la industria a través de diferentes investigaciones dentro del sector real.
Recuerda con mucho cariño, admiración y nostalgia al ingeniero Luis Eduardo Yamín, profesor asociado del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental, quien falleció en 2020.
“El ingeniero fue mi mentor, fue quien me recibió cuando llegué a la universidad. Con él trabajé en muchos proyectos cuando fue director del Centro de Investigaciones en Materiales y Obras Civiles, CIMOC; del Centro de Estudios sobre Desastres y Riesgos, CEDERI, y por supuesto del CITEC”, señaló Melquicedec.
A la par de su trabajo, Melquicedec se hizo papá de cuatro “excelentes” hijos, tres de ellos ya hechos y derechos y uno aún menor que todavía vive con él.
“Para mí, igual que para ellos, la universidad se ha convertido en nuestro segundo hogar, el lugar que nos ha permitido cumplir muchas metas y sueños”, añadió.
Cuando se le pregunta qué ha sido lo más gratificante de su trabajo, Melquicedec no tiene duda y contesta de inmediato “todas las personas que he conocido, que me han ensañado y que han hecho crecer profesional y personalmente. El día que me vaya me van a hacer mucha falta”.
Melquicedec desea culminar su vida laboral en la universidad, pero como aún quedan algunos añitos, espera seguir aprendiendo y entregando lo mejor de su trabajo a cada uno de los proyectos que se desarrollan en el laboratorio en el que también se construyen historias de vida.