¿Qué tan chévere es vivir en Bogotá? Un equipo de investigadores de las facultades de Ingeniería y Medicina de la Universidad de los Andes, en alianza con la Universidad Nacional y la Secretaría de Planeación de Bogotá, analizó más de 130 indicadores de sectores como salud, movilidad, ambiente, seguridad, vivienda y empleo para responder esta pregunta. El resultado es claro: la habitabilidad de la ciudad es regular y el ambiente es el aspecto peor calificado.
Este estudio hace parte del proyecto Ciudad Viva, Inteligente y Conectada (CÍVICA), una iniciativa que busca entender cómo viven los ciudadanos y qué se necesita para que Bogotá sea una ciudad más habitable, saludable y equitativa. En resumen, más sostenible.
“Recogimos cientos de datos disponibles en la ciudad y los analizamos para entender qué hace agradable o no vivir en una zona determinada”, explica Luis Ángel Guzmán, profesor del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de Los Andes y uno de los líderes del proyecto.
Los investigadores agruparon los datos en cinco grandes dimensiones clave para evaluar la habitabilidad: ambiente, movilidad, vivienda y empleo, infraestructura y seguridad. Estos indicadores reflejan qué tanto una ciudad garantiza acceso a territorios seguros, con espacios públicos abiertos, transporte y vivienda asequible y vinculados a las oportunidades de empleo.
Territorios que promuevan un ambiente limpio y verde, que garanticen un fácil acceso al transporte público, espacios peatonales y ciclorrutas seguras y agradables. Además de estar cerca de servicios esenciales como salud, educación, cultura, recreación y comercio local.
De acuerdo con el profesor Guzmán, un territorio habitable es importante para la salud mental de las personas y para formar capital social, que es confiar en las instituciones y su comunidad, que al final redunda en el bienestar y en una mejor calidad de vida de los ciudadanos.
El ambiente, el gran reto
De todas las dimensiones, el de ambiente fue el peor calificado. Se tuvieron en cuenta factores como la cantidad de árboles por persona, la calidad del aire y los niveles de ruido. El suroccidente de la ciudad resultó ser la zona con peores condiciones en este aspecto.
El índice de vivienda y empleo también obtuvo una calificación baja. Aquí se evaluaron variables como nivel educativo, cobertura de servicios públicos, densidad poblacional, valor del suelo y equilibrio entre vivienda y empleo. Las zonas menos habitables en esta dimensión son el suroriente y el suroccidente de la ciudad.
En contraste, el indicador de movilidad tuvo mejor desempeño, especialmente en el suroriente, suroccidente y noroccidente de la ciudad, principalmente porque en estas zonas la mayor parte de los viajes se realizan en modos activos (a pie y en bicicleta) y en transporte público, lo cual es un pilar clave de la movilidad sostenible. Sin embargo, las condiciones en que dichos viajes se hacen no son las mejores, por lo cual hay muchos aspectos por mejorar como la calidad de la infraestructura, la asequibilidad del transporte y los (altos) tiempos de viaje. Esta dimensión también considera aspectos adicionales como congestión, la accesibilidad y la seguridad vial.
En seguridad, la baja calificación de esta dimensión es general en la mayoría de la ciudad, con mejores resultados en el norte y noroccidente. Se consideraron factores como la iluminación del espacio público, presencia de cámaras de seguridad, CAIs y reportes de delitos.
Finalmente, infraestructura fue el mejor calificado. Este indicador incluye cercanía a servicios de salud, educación, cultura, tiendas, mercados, parques, plazas y servicios que facilitan la vida diaria. La proximidad a estos espacios y la facilidad para llegar caminando o en bici fueron aspectos clave.
¿Qué tan habitable es Bogotá?
La puntuación general de habitabilidad en Bogotá es de 0.49 sobre 1, lo que la ubica en un nivel regular. El barrio más habitable es La Cabrera (Chapinero), con un puntaje de 0.60. El menos habitable es Guadalupe (Bosa), con 0.37.
“Las zonas de mayores ingresos se perciben como más bonitas, seguras y funcionales, porque cuentan con más zonas verdes, espacios peatonales y mejor acceso al transporte público”, concluye el profesor Guzmán.
Radiografía de la Carrera Séptima
El estudio también analizó la habitabilidad a microescala en uno de los corredores más importantes de la ciudad: la Carrera 7. El resultado también fue regular, con un puntaje de 0.51.
Se detectaron preocupantes índices de ansiedad, depresión y enfermedades crónicas en los habitantes de este corredor.
El espacio público también mostró un desbalance importante: la mitad está destinado a carros y motos, lo que afecta la caminabilidad, que obtuvo una calificación de 0.5.
En el índice de calidad del aire también se raja, en especial en la zona que va desde la calle 56 a las calles 85 donde se reporta alta exposición personal a hollín, mientras que la exposición a material particulado es más alta entre la calle 187 y 193 y a material de partículas ultrafinas entre las calles 127 y la 145 y la 85 y la 102.
El estudio reveló que la presencia de palomas en el ambiente refleja una mala salud ecosistémica y que, conforme avanza la ciudad avanza hacia el norte, las palomas disminuyen y las aves migratorias aumentan lo que demuestra una mejor salud ecosistémica.
Los investigadores desarrollaron unos visores con los que se pueden observar y simular todos los indicadores mostrados dentro del estudio.
De acuerdo con el profesor Guzmán, el estudio, que tardó tres años, usó modelos de análisis de datos, procesamiento de información y herramientas de inteligencia artificial como el Machine Learning y el Deep Learning para tener un sustento sólido en cifras y resultados.
El estudio busca apoyar la toma de decisiones frente a las posibles soluciones para transformar los entornos urbanos de manera más eficiente e inteligente, teniendo en cuenta la habitabilidad de una ciudad sujeta a variables que a veces no se consideran integralmente y determinantes para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
“El estudio y sus visores son una herramienta flexible con la que se pueden incluir, eliminar o modificar indicadores para ver cómo las inversiones sobre cualquiera de las variables pueden afectar la habitabilidad de un sector específico. Además, se convierte en la línea base para adelantar próximos análisis y evaluar el impacto de proyectos que se adelanten en el futuro en la ciudad, por ejemplo, la construcción del Metro y de la transformación urbana de la carrera 7”, concluyó el profesor.