Nancy Henao, técnica de laboratorio del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental, cumple, en 2020, 22 años al servicio de la Universidad de los Andes.
Es probable que muy pocas personas la conozcan por su nombre, porque desde que tiene memoria, profesores, estudiantes y demás administrativos la llaman Mona.
Su historia en Los Andes inició el 15 de abril de 1998. Mona aplicó a una convocatoria para auxiliar de laboratorio, la llamaron a una entrevista un lunes santo con Eugenio Giraldo -entonces director de los laboratorios del Departamento-, resultó elegida, inició labores al día siguiente y desde ese momento, trabaja en el área de análisis físico-químico, instrumentación y apoya el desarrollo de cursos de los estudiantes de pregrado y posgrado.
“Mi fuerte es el ICP, es decir, hacer análisis de metales, pero también sé manejar otros equipos como el analizador elemental, el granulómetro láser y el cromatógrafo”, menciona Mona, quien, en la actualidad, trabaja de la mano de profesores como Jaime Plazas-Tuttle, Manuel Rodriguez-Susa, Juan Fernando Saldarriaga y Juan Pablo Ramos-Bonilla.
Como gran parte de los técnicos de laboratorio que llevan trabajando en la Universidad por más de dos décadas, Mona vivió la era del CITEC (Centro de Innovación y Desarrollo Tecnológico), el lugar donde funcionaban los laboratorios de Ingeniería, en plena Zona Industrial de Bogotá, antes de la inauguración del Edificio Mario Laserna.
“EL CITEC era un hogar en el que confluían todas las ingenierías. Éramos una gran familia”, recuerda Mona, quien además puede decir con orgullo que ella y su compañera Mariela Quintero -también técnica de laboratorio del Departamento-, fueron las encargadas de “clausurar” ese espacio que vive en la memoria de muchos administrativos y profesores. “De forma anecdótica recuerdo que cuando empezó el trasteo del CITEC al ML, nosotras fuimos las últimas en desplazarnos al nuevo espacio. En ese momento, teníamos que realizar pruebas de cromatografía e instrumentación inorgánica a empresas que eran clientas de la Universidad. Mariela y yo íbamos al CITEC y éramos con el vigilante los únicos que todavía trabajaban allí. Sin equipos, ni máquinas, ni personas. Podemos decir que a nosotras nos tocó el honor de cerrar las puertas de ese lugar que compartimos tantas personas por muchos años”, menciona Mona.
Mona no puede creer que hayan pasado 22 años. Tuvo la oportunidad de tener como jefe al profesor Juan Pablo Ramos, quien se convirtió en un profesor también para ella. Él era el coordinador de los laboratorios en esa época y se convirtió en una persona clave en su trabajo. Pero también fue testigo de cuando Eduardo Behrentz –hoy Vicerrector de Desarrollo y Egresados y exdecano- y Andrés González Barrios –hoy director del Departamento de Ingeniería Química y de Alimentos- eran estudiantes de maestría que empezaban a sentir la pasión por la investigación que años más tarde los convirtió en profesores de la Facultad.
Para Mona, un factor importante es que el equipo de trabajo de los laboratorios del Departamento ha sido muy estable a lo largo de los años. Sus compañeras de antaño como son Mariela Quintero, Olga Lucía Gómez, Edna Lorena Delgado, entre muchos más; han sido aliadas en el camino de las que también ha podido aprender mucho.
En tiempos de pandemia, esta experiencia del teletrabajo ha significado un gran reto. “Una técnica de laboratorio no es muy amiga de estar frente al computador todo el día”, dice. “Creo que poco a poco me he hecho amiga de la tecnología, pero no ha sido fácil. Me encanta hacer experimentos, ensayos, digestiones, etc., pero he logrado acoplarme. Con mis compañeros, hemos podido adelantar protocolos y otras tareas administrativas”.
A esta bumanguesa, que, como muchos colombianos, han hecho su vida en Bogotá, le encanta bordar en sus tiempos libres. Vive con su mamá. Disfruta jugar y consentir a sus sobrinas, pero sobretodo ama su trabajo. “Yo sé a qué hora empiezo, pero no sé a qué hora termino. Es muy relativo. Todo depende del proceso, de cómo se comporten las muestras, de tantos factores… Pero no me importa. Lo hago con gusto, porque es lo que disfruto hacer”.
Mona lo que más aprecia de trabajar en la Universidad de los Andes es saber que hace parte de una gran familia con una calidad humana altísima. “Creo que disfruto mucho la interacción que hay entre miembros de diferentes dependencias que, sin importar su rol en la Facultad, de alguna forma confluyen y se genera un vínculo. Y definitivamente a los chicos. Los estudiantes son lo máximo. Son muy pilos, aprendes todos los días y me encanta compartir con ellos”.
“Estamos en este mundo para compartir”, con esta frase cierra Mona su relato de lo que han significado 22 años de trabajo en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes, que hoy más que nunca, le agradece su compromiso y lealtad con esta institución.