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      Juliana Gutierrez
22/09/2025

Cuando se le pregunta cuál es su gran pasión, Juliana no lo duda por un instante. Su carrera en Ingeniería Ambiental es el motor que mueve su vida. Por esta razón, desde el día uno de su pregrado todo la emociona, todo la cautiva y todo la impulsa a ir más allá. Esto le ha permitido aprovechar cada una de las oportunidades que le ha ofrecido la universidad para su crecimiento profesional y personal.  

Aplica a todas las convocatorias a las que tiene acceso y participa en todos los proyectos que le interesan y a los que logra ser admitida. En esa búsqueda constante, hace uno meses Juliana recibió un correo con una convocatoria para hacer una pasantía de investigación en Purdue University,  una de las mejores universidades públicas de los Estados Unidos, y adivinen, por supuesto se postuló de inmediato.  

El proceso de aplicación solicitaba mantener un promedio alto de notas, demostrar un nivel avanzado de inglés y escribir una carta de motivación que mostrara su pasión por la carrera. Juliana cumplía con todos los requisitos. Además, debía identificar a tres profesores de Purdue cuyos proyectos la inspiraran.  

Ella eligió a la doctora Amisha D. Shah, experta en tratamiento y potabilización de agua, quien, luego de la entrevista, en la que identificaron los intereses que movían a Juliana y su chispa por aprender, aceptó que se sumara a su equipo.  

Era su oportunidad de ir más allá del aula, de probarse a sí misma en un laboratorio internacional, de retarse a nivel académico, de vivir, por primera vez, completamente sola y descubrir hasta dónde podían llevarla sus sueños. Casi diez semanas después, regresó con una mirada distinta del mundo, de su carrera y de lo que significa investigar. 

Se sumergió en los laboratorios de Purdue para investigar la química de los filtros de agua: esos dispositivos que millones de personas usan para eliminar el cloro y mejorar el sabor del agua, pero cuyo funcionamiento químico real todavía guarda misterios. Su tarea consistió en analizar si, más allá de retener el cloro, los filtros provocan reacciones que generen subproductos desconocidos y potencialmente dañinos para la salud. 

“Llegué en una fase muy inicial del estudio”, cuenta. “Pero desde el principio vimos indicios de que el cloro no solo se queda atrapado en el filtro, sino que reacciona y forma otras sustancias”. Aunque su aporte fue una pieza de un rompecabezas mayor, la satisfacción de contribuir a una investigación que puede impactar a millones de personas fue inmensa. 

Fue un trabajo que exigió autonomía y precisión. Le enseñaron a manejar equipos de última tecnología, valorados en miles de dólares, que luego debía operar sin supervisión. “Allá confían en ti: te capacitan y después eres responsable de los resultados. Esa independencia me marcó muchísimo”, cuenta. La culminación llegó con un simposio en el que presentó un póster con sus hallazgos. Responder preguntas de expertos de todo el mundo, fue para ella un momento de orgullo: “Sentí que este proyecto, por pequeño que fuera, lo había construido yo”. 

Pero la experiencia trascendió lo académico. En la residencia universitaria compartió con más de 300 participantes de distintos países, todos movidos por la misma curiosidad científica. Hizo amigos de Corea, Filipinas, Francia y Estados Unidos; tuvo conversaciones que iban de la química del agua a la música de sus países. “Lo más bonito fue estar rodeada de personas igual de apasionadas. Era un ambiente en el que todos queríamos crecer y eso te inspira a dar lo mejor de ti”, dice. Ese entorno multicultural se transformó en una red de contactos que ahora la acompañarán para toda la vida.  

Vivir sola también fue un desafío que la transformó. Desde organizar su tiempo hasta tomar cada decisión cotidiana, Juliana aprendió a confiar en sí misma. “Descubrí que podía manejarlo todo: la investigación, la vida diaria, la distancia de mi familia. Me demostré que soy capaz de empezar de cero en un lugar completamente nuevo”. 

La pasantía también amplió su horizonte profesional. Aunque siempre le ha interesado la industria, conocer de cerca la investigación le abrió la puerta a nuevas posibilidades: “Pensé que nunca me dedicaría a investigar, y ahora me encantaría tener la investigación como parte de mi vida laboral, quizá en paralelo a la industria”. Con la carta de recomendación de la doctora Shah, sabe que tiene un camino abierto si decide buscar un posgrado en el futuro.  

De regreso en Colombia, Juliana mira atrás y sonríe. Lo que empezó como un correo en su bandeja de entrada se convirtió en una aventura que mezcló ciencia, independencia y descubrimiento personal. “Entendí que salir de la zona de confort es la única forma de saber hasta dónde puedes llegar”, dice. Su verano en Purdue no solo reforzó su amor por la ingeniería ambiental: le mostró que el mundo está lleno de puertas, y que ella tiene la llave para abrirlas. 

Y como Juliana nunca para y explorar nuevas oportunidades es lo suyo, ya alista su próximo reto. Un intercambio académico que realizará en Suecia en enero de 2026.  

El intercambio en Suecia marcará su último semestre de pregrado y le permitirá explorar nuevas perspectivas de sostenibilidad y tecnología ambiental en un contexto europeo. Su meta es aprovechar esa experiencia para abrirse camino a prácticas profesionales en el exterior. “Mi sueño es encontrar una práctica internacional, idealmente en Europa, que complemente todo lo que he aprendido y me acerque al tipo de proyectos globales que quiero liderar”, afirma. 

Más allá de las fronteras, Juliana mira su futuro con decisión. Sabe que la investigación puede acompañar su vida profesional, incluso si su camino principal está en la industria. Por eso insiste en que otros estudiantes se atrevan a buscar oportunidades:  

“A veces uno se cierra las puertas pensando que no podrá costearlo o que no es el momento, pero hay programas completamente financiados. Solo hay que tener la motivación para aplicar”. Con la pasión que la ha llevado de Bogotá a Indiana y pronto a Suecia, Juliana es el ejemplo de que la ingeniería, cuando se vive con curiosidad y valentía, no conoce límites. 

 

Autora: María Angélica Huérfano

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